La educación en los entornos de lo tradicional, asociados a la presencialidad, constituyen parte de un sistema que permanecerá.

Por otra parte, el aprovechamiento de los entornos virtuales para la educación, se ha impuesto, derivado de una enorme necesidad y, hemos aprendido a utilizarlos.

Educar en entornos diferentes

Docentes, estudiantes y familias, nos hemos formado, cada uno a su ritmo y desde sus potencialidades, para afrontar el reto de la utilización de estos canales, muy novedosos para algunos.

Más allá de usarlos como un medio para resolver una situación problemática, han demostrado ser de gran utilidad para mantener, en el tiempo, la formación de las personas, a todo nivel.

Estamos hablando de que se ha demostrado que, con las herramientas digitales apropiadas, siempre con base en los elementos pedagógicos y didácticos que corresponden, los niños desde preescolar hasta los adultos en el espacio universitario, están aprendiendo.

Lo importante de esto es saber que aprendemos cosas diferentes y de manera diferente en ambos espacios. Que uno no excluye al otro, al contrario, son un excelente complemento.

Es así como, esa nueva escuela a la cual retornaremos, debe contener lo mejor de ambos mundos.

El espacio de la presencialidad, por definición, proporciona a los estudiantes la oportunidad de desarrollar sus competencias sociales.

Además, aunque no de forma exclusiva, contribuye a formar el sentido de iniciativa y emprendimiento, la habilidad para comunicarse con los otros y la conciencia de su entorno cultural.

El espacio virtual en el que interactúan nuestros muchachos y que se ha convertido en el centro de su estrategia de trabajo, les ayuda a desarrollar competencias digitales y su autonomía.

Y aquí es donde aparece lo diferente.

En los entornos virtuales también aprenden a comunicarse, por ejemplo, pero no de la misma manera como lo hacen en la presencialidad.

Allí radica la diferencia. Hemos encontrado diferentes mecanismos para lograr hacernos entender, incluso, para que nuestra emocionalidad traspase las pantallas y se establezca una comunicación asertiva, mediada por la empatía.

Así, entonces, tengamos la certeza de que el sistema educativo puede nutrirse de esta experiencia para incorporar una nueva mirada al modelo tradicional.

Es importante estar en la disposición de asumir el cambio y hacerlo parte de nuestra labor docente.

«Lo único constante es el cambio»

Heráclito
Cambio

Podemos enseñar química, por ejemplo, ¡claro que sí!. Sin embargo, no bajo la premisa de pretender dar una clase magistral a través de una plataforma de videoconferencias.

Está claro que es imposible replicar las condiciones del colegio en un entorno virtual. Es necesario hacer las adaptaciones pertinentes.

Qué tal si diseñamos una tarea que les permita resolver un problema de la vida cotidiana, tal vez como la oxidación de una puerta en la casa de la playa, usando como fundamento las reacciones correspondientes.

El objetivo del estudiante trascendería a la memorización. Su esfuerzo estaría orientado a resolver el problema.

Para ello, investigará, profundizará en los argumentos para entender el problema y hallar una solución. Además, si el trabajo es compartido, deberá defender sus puntos de vista para darle forma a la propuesta.

En ese camino, sólo con el foco en resolver esa situación, el estudiante se está apropiando de los conceptos relacionados con el contenido.

Lo más importante es que no sólo está acumulando los conocimientos, los está relacionando, analizando, aplicando, evaluando y proponiendo.

Y si, además, la estructura de la actividad es atractiva para ese estudiante, estaremos haciéndolo muchísimo mejor.

Por ejemplo, si debe presentarlo en forma de una noticia de un periódico digital, o en un artículo de un blog, o en un video con muchos efectos especiales, o en forma de podcast. En fin… hay tantas maneras de presentar una asignación…

La cuestión es enganchar al estudiante desde el principio en actividades y entornos que le proporcionen placer, que salga de la cotidianidad y que lo lleve, casi sin darse cuenta, a dominar un contenido sin que esa sea su prioridad.

Veremos resultados, realmente asombrosos.

Llevémoslos a la reflexión, cuando logramos que nuestros estudiantes reflexionen, entonces ellos están aprendiendo.

Más allá de imaginar que el contacto a través de una pantalla nos da la oportunidad de enseñar contenidos, pensemos que esa pantalla puede servir para ser la guía de su aprendizaje.

Imaginemos que funciona para darles las pautas que los lleven a aprender a aprender.

«El reto es hacer aprender, más que enseñar»

Perrenoud, 2008

Es allí donde estamos contribuyendo a la autonomía y este es uno de los mayores aportes que ha dejado el confinamiento al descubierto.

Quedó demostrado, ahora más que nunca, que no tenemos el control sobre los contenidos que manejan nuestros alumnos pero sí que podemos usar esos contenidos como canal para hacerlos más competentes.

Emilia Montero 🍎🍎🍎


Emilia Montero

Docente de vocación, emprendedora y formadora innata. Siempre de la mano de la actualización, la estrategia parte de ponerse en los zapatos del otro y ser empático. ¡Vamos por más!

0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *