Por Emilia Montero
Del Flipped Classroom al Flipped Learning
Desde sus primeros pasos, hacia el año 2008, la metodología Flipped Classroom ha resultado ser de gran ayuda y ofrecido maravillosos frutos.
Esta forma de trabajar va más allá de sólo enviar un video a casa y verificar que el estudiante lo ha visto con alguna prueba sobre su contenido.
Como todo en este mundo, el Flipped evolucionó, transformándose en todo un modelo pedagógico al que, en la actualidad, conocemos como Flipped Learning.
Éste se define como un ENFOQUE PEDAGÓGICO en el que la instrucción directa se mueve desde el espacio de aprendizaje colectivo hacia el espacio de aprendizaje individual generando un ambiente de aprendizaje dinámico e interactivo en el que el educador guía a los estudiantes, quienes son el centro del proceso (Flipped Learning Network, 2014).
Como resultado, entre otras ventajas, el estudiante recibe una atención más personalizada.
El docente se dirige a él y pone en práctica estrategias interactivas que le permitan demostrar, poner en práctica, su dominio acerca de un contenido o competencia determinada.
Espacios de trabajo
Cuando trabajamos según el enfoque Flipped, disponemos de dos espacios de trabajo bien definidos para el estudiante.

Uno individual, que tiene lugar fuera del aula (presencial o virtual), en el que, con pautas muy claras del docente, el estudiante se dedica a investigar.
Como consecuencia, hay mayor posibilidad de que se apropie de los contenidos y los comprenda.
Uno grupal que ocurre cuando interactúa con sus compañeros o con sus profesores.
Es un espacio propicio para promover el trabajo colaborativo, relacionado con el desarrollo de los niveles cognitivos de orden superior como la evaluación y la creación de un producto o idea.
Siempre el profesor es el elemento integrador de ambos espacios.
Es quien hace posible que el estudiante se desenvuelva apropiadamente en cada uno de ellos.
Para asegurar el máximo aprovechamiento del espacio individual, es imperativo que el docente sepa exactamente, qué es lo que quiere lograr del estudiante.
De allí derivarían las estrategias más acertadas que conduzcan al alumno a lograr esos objetivos del docente, los cuales están relacionados con el desarrollo de competencias en sus estudiantes.
En otro post sobre Flipped Classroom, hicimos énfasis en la importancia de diseñar materiales que el estudiante pueda utilizar de modo fluido, sin que le impliquen dudas.
De esa manera, el espacio individual estará lleno de sentido y será una fuente de motivación al aprendizaje.
Ese material es el punto de partida del aprendizaje.
Si contiene una actividad placentera, que invite a la diversión, se relaciona con el contexto cotidiano del estudiante y, además, puede realizarla en un formato conocido para él, lo más probable es que esta etapa se desarrolle exitosamente.
De esta manera, cuando el estudiante pasa al espacio grupal, viene bien equipado.
Ha investigado, ha hecho suyo en contenido.
Está listo para defender su punto de vista en un debate, responder correctamente al ser interpelado, hacer aportes de calidad durante un trabajo colaborativo.
Todo ello eleva la autoestima del estudiante, hace que reconozca sus capacidades y, además, sentirse valorado por los demás.
Formar estudiantes competentes para la vida es de lo más importante que tenemos a cargo los docentes del siglo XXI.
Aquí comparto una presentación que te muestra un poso más de información.
Gracias por leerme 🍎🍎🍎
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