El rol de los padres en el acompañamiento de sus hijos.
Hace unos días, cuando comenzaba el confinamiento por la pandemia del COVID-19, conversé con una amiga que me decía que dejaba a su hija de cinco años que hiciera la tarea sola pues ella no tenía ni idea de qué era lo que debía hacer.

En ese momento me pareció muy inteligente de su parte y le apoyé diciéndole: ¡Claro! ¡Eres su mamá, no su maestra!
Esta es la realidad que han afrontado millones de papás alrededor del mundo al ver materializado el hecho de que la casa se convirtió en la escuela de sus hijos. Sin embargo, no es del todo cierta esta afirmación.
La casa es la casa y el colegio es el colegio. En ambos espacios los niños aprenden cosas diferentes.
Lo importante es discernir acerca de algunas consideraciones.
La labor de los padres en la casa pasa por definir rutinas. Es diferente cuando la mamá despierta al niño para que ejecute tareas escolares, a tratar de hacerlas por él.
La rutina de la casa siempre ha pasado por garantizar que el niño esté en disposición de ir al colegio. Por ejemplo, levantarlo a tiempo, que esté aseado y desayunado. Eso es trabajo de su mamá.
El trabajo del colegio, el cual en este momento está solicitando el espacio de la casa como lugar para ejecutarse, consiste en hacer llegar a las familias la información clara de qué es lo que debe hacer el niño. Cuánto más pequeño es, más claridad debe tener.

Asimismo, es cierto que mientras más pequeño, requiere un poco más de colaboración de parte de los padres, pero también lo es que si las instrucciones y condiciones están bien claras desde el principio, el niño lo tomará como un hábito más.
Por otra parte, el curriculum pasa a un segundo plano. En este momento lo importante es el desarrollo de habilidades y destrezas que le permiten al niño crecer siendo autónomo, capaz de resolver problemas.
Entonces, no esperemos que en el tercer nivel los niños sepan escribir oraciones completas, por ejemplo. Si alguno no lo logra, es porque eso no es la prioridad, ya habrá tiempo para que lo haga.
Lo que sí es una prioridad es que sepa manejar un dispositivo electrónico, siga instrucciones, desarrolle su motricidad, desarrolle el pensamiento lógico matemático.
En ese sentido, es vital entender que el aprendizaje de contenidos, tal y como era importante para los padres en la época en la que estudiaron, ya no tiene el mismo enfoque para los estudiantes de hoy en día.
Hoy por hoy los contenidos son el medio para que el niño logre las competencias que debe tener para su edad.
Los niños podrán acceder a los contenidos sólo con una buena conexión a internet. A lo que no podrán acceder por esa vía es a la capacidad de discernir cuál información es la más adecuada, resolver problemas complejos, creatividad, comunicación asertiva, técnicas de negociación, flexibilidad cognitiva.
Estas son habilidades que se van desarrollando con actividades sencillas enviadas por el docente y que, tal vez, no puedan evidenciarse en si sabe sumar o si lee corrido, si se ha memorizado las capitales o si sabe dónde está la torre Eiffel.
Es importante dejar al colegio hacer su trabajo y confiar.
Por supuesto, los padres siempre serán los mejores auditores de las actividades del colegio, pero también es imprescindible que mantengan la certeza de que el personal capacitado en pedagogía está en las instituciones educativas.
La invitación es a ocuparse. Tal vez es momento de actualizarse en cómo manejar el estrés en casa y mejorar las rutinas diarias. Sería de gran ayuda para los niños.
Con toda esta nueva realidad cada vez se hace más evidente la existencia de organizaciones especializadas dedicadas a acompañar a los padres en esta tarea, ofreciendo charlas y materiales que pueden resultar muy esclarecedores.
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