Por Anibal Montero.

Seguro les ha pasado que se han preguntado ¿Por qué en Venezuela hay tan pocos casos de COVID-19? A mí me pasa a diario.

Antes de la pandemia tuve un trabajo que me permitió conocer y estar en contacto con personas en muchos lugares de este país y, a menudo, me comunico con ellos. Me he propuesto investigar sobre la incidencia del virus en mi país.

No es lo que podríamos denominar un muestreo 100% científico, pero es una referencia para tener en cuenta en un país como el nuestro, donde el cerco mediático es tal que solo se puede ver por TV lo que el gobierno permite que se vea.

De ese muestreo rudimentario he tratado de extraer, de las personas a quienes conozco, una idea del alcance real del Covid-19. La respuesta es mayoritariamente la misma: ¨No conozco a alguien con síntomas de estar infectado y, si lo ha estado (muy pocos), se han recuperado¨

Lo cierto es que parece coincidir la realidad de las calles, con lo reportado por nuestro gobierno. Al menos, parece acercarse la información. Esto me asombra, tanto que me he puesto a elucubrar aquí, en medio de este encierro tan fastidioso, cuales serán los factores que han hecho posible tal casualidad.

Lo primero que se me viene a la mente es que para poder hacer un análisis más o menos sustentable hay que mirar la experiencia de los países que sí han sufrido el embate demoledor de la pandemia para ir identificando los posibles factores.

Libre tránsito entre paises.

Lo primero que considero que se debe tomar en cuenta es la apertura de las fronteras aéreas de casi todos los países del orbe y la libertad de movilización de la que los habitantes de la casi totalidad de esos territorios disfruta, en especial en países como USA, Italia, España o Francia, que es donde, al día de hoy, se han presentado más casos de pacientes afectados y fallecidos.

Libre tránsito entre países
Libre tránsito entre países

El poder adquisitivo de los habitantes de los países arriba nombrados les permite viajar de un lado a otro con total comodidad. Desde el punto
de vista turístico, el flujo de visitantes de USA a Europa y viceversa es muy alto, al igual que de USA y Europa hacia Asia, Suramérica, África, etc. Eso facilita la movilidad del virus y su rápida propagación.

Todo esto lo magnifica aun más el hecho de que una persona puede ser portador asintomático del virus por varios días.

Definitivamente, ese no es el caso de los habitantes de Venezuela. Al diezmado poder adquisitivo del venezolano promedio hay que añadir el componente político que condiciona notablemente las opciones de viaje de cualquier ciudadano, incluso los más allegados al régimen (enchufados).

Adicionalmente, el atractivo turístico de nuestro país a nivel internacional es cada vez es menor, con tantas falencias a nivel de infraestructura, servicios y seguridad ciudadana.

Por otra parte, las sanciones económicas que se han impuesto a altos personeros del régimen, empresas vinculadas con ellos, etc, ha complicado de manera sustancial el tema logístico, alargando los tiempos de espera y disminuyendo la frecuencia de recepción de mercancías en los puertos nacionales.

Somos un país de gente joven

Sumemos a ese escenario el hecho de que casi todos esos países de Europa presentan distribuciones demográficas que revelan que un alto porcentaje de la población está en edades más allá de los 65 años.

Vulnerabilidad de adultos mayores
Vulnerabilidad de adultos mayores

En los Estados Unidos de América la realidad no es muy diferente. Según datos estadísticos, hasta 2018 había aproximadamente 52 millones de personas mayores de 65 años en ese país (más o menos un 15%). ¡52 millones! Es una realidad contrastada que el grupo más vulnerable al Covid-19 en términos de edad es el de los adultos mayores. En Venezuela, ese segmento de la población no llega al 7%.

Las regulaciones propias de una pandemia

Hay un elemento no menor que compartía conmigo un amigo muy querido que vive en Barcelona, España, y que tuvo que volar a Chicago para escapar de la devastación que estaba teniendo lugar en la Península Ibérica.

Él me decía que en aquellos países las personas no acataban del todo los llamados del gobierno a respetar aquellos, no tan rigurosos, lineamientos para evitar la propagación del COVID-19.

Me comentaba mi amigo que se podía ver personas en los parques, mucha actividad en las calles y avenidas y que eso era atribuible al tema de la libertad de los derechos que ellos tanto defienden, pero que sin saberlo les estaba jugando en contra.

Ese desacato a los protocolos sanitarios definitivamente contribuyó a que el virus se regara por todos lados en ciudades como New York, donde confluye la mayor diversidad de personas en el mundo, sin dudas.

Y parece contradictorio decirlo, pero en Venezuela ese tampoco es el caso, al menos no en la mayoría de las ciudades que no sean Caracas. Y no toda Caracas, sólo algunos de sus sectores.

En este país, con un esquema de libertades individuales y colectivas tan
“flexible”, a la discrecionalidad de quien ostenta el garrote en las calles (cuerpos de seguridad del estado o los mal llamados “colectivos”), al ciudadano de a pie no le queda otra que resguardarse en su casa y mantenerse a salvo, porque si no lo perjudica el virus lo perjudica otra cosa peor.

Digamos que el cada vez menos agradable lema de “QUÉDATE EN CASA” ya no es un grito de guerra, es solo una advertencia de que si te consiguen en la calle te va a salir carísimo, casi tan caro como un litro de gasolina, pero
esa es harina de otro saco.

Últimamente, ha salido a la luz una teoría según la cual existe un vínculo directo entre cierta vacuna contra la tuberculosis y el COVID-19. Según esa teoría aún por confirmar, vacunas como la BCG podrían servir para contrarrestar los efectos de COVID-19 debido a que en los países en los cuales se incluye esta vacuna dentro de los protocolos de vacunación actuales los casos han sido mucho menores que en aquellos países en los
que ya no se administra.

Eso sí sería un golpe de suerte sanitaria para nosotros. Toca correr a preguntarle a nuestras madres si se acuerdan habernos puesto esa vacuna.

Cero gasolina. ¡Lo que faltaba!

Hay otra cosa que ya casi no pasa en los Estados Juntos, mucho menos en Europa, que es el racionamiento de la gasolina, aún cuando los europeos no cuentan con dos de las refinerías más grandes del mundo en su territorio ni tienen las reservas petrolíferas más grandes de este planeta bajo sus suelos.

Inaudito como se lee, en este país donde nos habituamos a tener gasolina gratis desde siempre, coincidencialmente al virus del COVID- 19 se le ha sumado el factor gasolina que es, de por sí, un condicionante natural para
todo lo que involucra movilización de personas, mercancías, servicios o lo que sea.

Escasez de gasolina
Escasez de gasolina

El hecho de que no tengamos combustible en la estaciones de servicio complementa perfectamente la medida del “QUÉDATE EN CASA”.

¡Tremenda casualidad! Pobre de aquellos jefes de estado que no tengan este tipo de tragedias estructurales ya incorporadas a su día a día. ¡Sorry Donald!

Acostumbrados a un sistema de salud precario, aún con Covid-19

Por último, está el hecho de que en nuestro país desde hace muchos años que el sistema de salud es poco menos que un recuerdo del pasado que fue
mejor.

Crisis hospitalaria en Venezuela
Crisis hospitalaria en Venezuela

Para un venezolano promedio es algo totalmente cotidiano ir a un centro
asistencial y encontrar pacientes tirados en los pasillos, tener que llevar todos los insumos necesarios (desde la ropa de los médicos hasta la de la cama donde se va a costar) para ser atendido y convivir con las miserias de personas que simplemente no tenían los recursos para salir del aprieto.

Por terrible que parezca, los venezolanos le llevamos una ventaja bárbara a esos países avanzados, con suministros y equipamientos óptimos. Estamos acostumbrados a cosas que nos hacen fuertes.

Si no se está acostumbrado a ver a un señor morirse desangrado en un pasillo de un hospital o a un recién nacido prematuro que no sobrevivió porque no había incubadoras, tal vez puede verse psicológicamente afectado y sucumbir a la emergencia


¿Algo más que quieran agregar? ¡Los leemos!

Anibal Montero

Categorías: VIVENCIAS

Emilia Montero

Docente de vocación, emprendedora y formadora innata. Siempre de la mano de la actualización, la estrategia parte de ponerse en los zapatos del otro y ser empático. ¡Vamos por más!

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