Una mañana nublada y cálida a la vez, caminando por un muelle enorme, lleno de barcos de diversos tipos y tamaños, rodeado de pintorescas casas y enormes y amigables albatros, miraba lejos, pensando en todo y en nada.

En ese tiempo de pensar y disfrutar la enorme calma y la vista tan colorida y apacible que me ofrecía aquel lugar, escuché el sonar de la campana de la iglesia del centro de Gloucester, Massachussets.
Fue un sonido profundo, que se escuchó retumbando en todo el muelle. Fue, sin dudas, una sonora y mágica invitación.
Y entonces…la misa!
Ese día era domingo, ya había conversado con mi hija sobre ir a misa. Sin embargo, dado que había un plan de ir a la playa con amigos, se generó el compromiso de estar a tiempo con ellos y de comprar las cosas que hacían falta para la reunión a la que iríamos.
Para no estresarme, cosa contraria a lo que había conseguido durante todos aquellos maravillosos minutos, lo solté y pensé que, tal vez, no habría que ir a misa. Que dejaría fluir las cosas y que, si era de Dios, pues allí estaría.
No obstante, ese pensamiento no me dejaba del todo tranquila. Desde hace años, ya unos cuantos, la misa es para mí una necesidad. Es un espacio en el que me encuentro conmigo misma, un tiempo que me dedico a ver en mi interior y en el que llegan a mí ideas que, las más de las veces, me sorprenden por su asertividad.
Muchísimas veces, estando en la misa, reflexionando sobre las lecturas de ese día o durante el momento de la consagración, mi mente vuela y entonces aparecen ante mí, como por arte de magia, soluciones a situaciones que hasta ese momento no había logrado resolver.
Ese momento de absoluta y relajada claridad, lo veo como esa luz de Dios que me invade y que me hace sabia para renovarme y salir, como nueva, a enfrentar la cotidianidad.
No tengo la elevación espiritual para explicar en términos teológicos lo que ello significa, pero lo que sí tengo es la certeza de que el momento de la misa para mí es de inmensa ayuda y me abre los sentidos a un sinfín de cosas. Me ayuda a ver lo que, en otro momento, no logro alcanzar.
La cuestión es que, de algún modo, ya me había relajado y entendía que era posible no ir a misa en aquella mañana tan hermosa.
Continué, entonces, abstraída en mis pensamientos, disfrutando de la vista, simplemente tan relajada que casi nada podría perturbarme.
Reflexioné acerca de muchísimas cosas aquella mañana de domingo. Entonces, de un momento a otro, decidí emplear mi tiempo de la estadía en aquel muelle, para algo más productivo que sólo caminar, ver lejos, y pensar en tantas cosas.
El momento del rosario en aquel muelle…

Viendo a unas personas que bajaban de su carro, ataviadas como para ir de pesca, pensé en que podía, ya que no iría a la misa, rezar un rosario.
Esta era la oración predilecta de mi ya fallecida madre. Me enseñó a rezarla y a cultivarla como una fuente de refugio en los momentos de máximo reto para mí.
Sabiendo que los domingos se rezan los hermosos misterios gloriosos, me dispuse a sentarme en una enorme piedra que estaba frente al muelle, y comenzar a rezar.
No lo hice apurada, tampoco me sentí presionada por lo que los otros podrían pensar si caminaba por el muelle hablando sola. Jajajajajajajajajaj!!!! Al contrario, siendo como soy de introvertida, me sobrepuse pensando que nadie me conocía por allí y que, simplemente, quería tener un momento de oración. Quería invertir mi tiempo en rezar.
Luego, hablando con mi hija sobre lo que significa el Rosario, más banalmente que su implicación religiosa, en la cual creo y por ello cuenta con mi devoción, le contaba que, al rezarlo, ese ritmo que alcanzo con cada una de sus aves maría, luego con el Padrenuestro, son como una especie de mantra que me conecta y me hace disfrutar con una enorme relajación.
Para mí, rezarlo es conectarme con mi interior, tener la oportunidad de poner en manos de Dios y de la Virgen, todo aquello que no esté en mi capacidad de ser humano resolver y, simplemente, abandonarme a la fe de que, sin dudas, sin reparos, todo lo que viene, todo, sin excepción, es por mi bien y el de los míos.
Una aseveración nada fácil de compartir por la mayoría de los mortales, pero creo que todo lo que pasa es lo mejor, que nada pasa por casualidad y que alguien muy superior me lleva de la mano en cada paso de mi vida.
Por ello agradezco cada día. Cada vez que abro lo ojos me maravillo de la gracia de poder hacerlo y de iniciar otra jornada más de experiencias. Unas mejores que las otras, pero siempre experiencias que me llevan a la satisfacción plena y al sentido de la vida.

Rezar el Rosario en ese muelle, ese día, fue para mí, como tantos otros momentos, un gran regalo de Dios.
Y, por cierto, luego sí pude ir a la misa. El regalo fue muy generoso ese día.
¨El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo¨
San Juan Pablo II
Emilia
7 comentarios
Hilmarg Montero · agosto 21, 2019 a las 4:22 pm
Es muy complicado a veces encontrar las palabras correctas, pero lo que si es cierto es que Dios y la virgen siempre, siempre están presentes en nuestras vidas y que somos todo suyos, la belleza de la naturaleza se presta para entenderlo mejor, indiscutiblemente rezar el rosario nos eleva a lugares que no podemos explicar pero que nos llena de fuerza y paz, te amo muchísimo hermanita querida, y ten presente que nuestros padres nos acarician todos los días con una suave brisa en nuestro rostro.
Emilia Montero · agosto 21, 2019 a las 10:11 pm
Así mismo es hermanita. Un besito.
Andreina Barreto · agosto 21, 2019 a las 5:07 pm
Gracias por compartir emilia. Quiero volver a mi misa se Los jueves
Emilia Montero · agosto 21, 2019 a las 10:12 pm
Siiiiii!!!! Es lo máximo ir. Espero que mi descripción te ayude. te quiero mucho!!!!
Martín Rivas Ortega · agosto 21, 2019 a las 11:12 pm
Emilia que belleza tan sublime, clara, sencilla y muy profunda!. Siento un gran respeto por tu capacidad de de crear y tu hermosa devoción. EXCELENTE!!!
Emilia Montero · septiembre 19, 2019 a las 5:50 pm
Te quierooooo!!!!
Andrea · septiembre 19, 2019 a las 2:42 pm
Muy bien!