Un buen docente, ¿
cómo reconocerlo?
Un buen docente sabe que lo es pues deja huellas positivas en sus estudiantes. Va por el mundo cargado de satisfacciones que le van dejando esas personas que pasaron por sus aulas y que con el tiempo vuelan alto, demostrando lo que cada maestro y formador sembró en su mente y en su corazón.
Un buen docente es aquel cuya prioridad es formar. No sólo porque es experto en su materia, no porque sea el mejor pedagogo, no porque se esfuerce más en ser el mejor para lograr el reconocimiento de los demás.
El mejor docente es aquel que reconoce su misión en identificarse con el ser humano que es su alumno, siendo empático en todo momento y valorando sus talentos y fortalezas. Es aquel que se pone en los zapatos del estudiante y se ofrece siempre para apoyarlo, proporcionándole formas de resolución de situaciones por sí mismo.
Un docente excelente es el que le brinda a sus pupilos las herramientas para aprender guiándolos en el camino. «Les enseña a pescar pero no les entrega el pescado».
La labor del docente se hace más ardua, cuanto más se aleja de la realidad de sus estudiantes. El acercamiento asertivo, el interés genuino por el otro, el hacer un alto en su planificación diaria para prestarse a resolver sus inquietudes; el docente que hace eso es quien marcará para siempre la vida de su estudiante de manera positiva y habrá hecho de él el hombre virtuoso que contribuirá a mejorar la sociedad del mundo.
Ser docente implica mucho más que el saberHoy en día los contenidos están compilados en diferentes fuentes. Podemos citar google como la más importante. Sin embargo, el resultado obtenido por el docente interesado realmente por sus estudiantes va más allá de esos contenidos.
Este docente busca acercarlo a su realidad desde los conocimientos. Logra obtener la mejor versión de ese ser humano multifacético para encaminarlo hacia el éxito en todos los aspectos de su vida.
Valores como el respeto, la responsabilidad y la honestidad no se estudian a partir de una definición encontrada en cualquier fuente. Esos valores, como todos, se aprenden y se internalizan con la vivencia, con la experiencia, con el modelaje, con la coherencia.
Esos valores son los pilares que harán de ese estudiante la mejor versión de sí mismo y labrarán en él el eje que le permita luchar contra la corriente cuando sea necesario o alinearse en el trabajo conjunto para el logro de metas colectivas.
Ser docente es una profesión enormemente gratificante si se ve desde esta perspectiva.
¿Que tenemos que comer? Si, es cierto! ¿Que no nos sentimos valorados en la sociedad como otras profesiones lo están? Puede ser!
Aquí podríamos listar decenas de razones para no ser docente. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿qué sería de todas las personas que requieren formación si no existieran los maestros?¿Acaso existiría el mundo como lo conocemos de no ser por las personas que laboran en las escuelas, universidades y academias?
Estas ideas dan para la discusión en diversos foros pero, lo que está muy claro ahora es que el valor del maestro subyace a la estructura de la sociedad actual que pretende enfocarse en elementos que muchas veces son superficiales y que desconocen su verdadero y valioso rol.
Seamos agradecidos con la misión que se nos ha encomendado. Los docentes tienen diariamente ante sus ojos la invaluable oportunidad de contribuir a moldear los destinos de sus estudiantes y encaminarlos hacia la canalización de sus inquietudes.
Es una de las más hermosas misiones. Agradezcamos la oportunidad de pertenecer a este gremio y de contribuir con nuestros aportes a formar la sociedad del futuro.
Gracias por tanto, mis muy queridos alumnos. Ha sido un placer compartir con todos.
Lic. Emilia Montero
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