Para nuestra familia, viajar, rodar por las carreteras de nuestro país, o de cualquier otro, es uno de los más grandes placeres de la vida.

Viajar, rodas sin saber a donde

Un gran placer es viajar, simplemente rodar sin saber a donde.

Para nosotros viajar no se trata sólo de montarnos en el carro y salir. Noooooo!!!. Es muchísimo más. Se trata de tiempo juntos, compartiendo pensamientos, disfrutando del entorno, grabando en nuestras memorias cada hecho que vemos.

Pasamos de una espectacular vista al paisaje, a ver lo que sucede con una persona en ese momento o a compartir algún snack o alguna bebida.

En realidad siempre se trata de compartir. Atesoramos esos momentos y tratamos de repetirlos con la mayor frecuencia posible. Al final de cada viaje el regreso a casa es relajado, hacemos cosas diferentes y la rutina no está presente en nuestras vidas.

Viajar juntos ha sido siempre uno de nuestros mayores placeres y, lo mejor de ello, es que cuando lo hacemos sin plan alguno resulta en descubrimientos super interesantes y lo disfrutamos aún más.

El oriente venezolano
Río Caribe, Venezuela

Río Caribe, Estado Sucre, Venezuela

Uno de nuestros viajes más memorables fue por la costa oriental de nuestro amado país Venezuela.

En principio sólo íbamos un fin de semana a Puerto La Cruz en el estado Anzoátegui pero alguien preguntó, ¿estamos lejos de Cumaná? Otro alguien respondió: no vale! como a dos horas.

Esta frase fue definitiva para emprender el periplo.

Dotados de los insumos necesarios y, más aún, del entusiasmo característico por conocer un nuevo lugar, iniciamos el recorrido.

Siempre acompañados por el mar, el trayecto fue una verdadera delicia. A la izquierda el azul profundo del Mar Caribe y a la derecha la frescura y el verdor de la cordillera oriental.

Una vez en Cumaná, ciudad de tradición histórica y amable gente vimos un cartel que señalaba a Carúpano. Allí nos miramos y nos preguntamos: ¿Y si seguimos? No hubo respuesta modulada, simplemente continuamos.

Así llegamos a la tierra del chorizo y el ron carupanero. Un pueblo costero lleno de gente alegre que disfrutaba reunirse en el enorme malecón que la circundaba.

Era ya tarde, pronto sería de noche. Rodando y preguntando arribamos a una hermosa y cómoda posada. Toda blanca, toda pulcra, toda hospitalidad. Allí descansamos para supuestamente emprender el regreso al día siguiente pues había que trabajar en Caracas.

Esa noche, estando en la posada, vimos el mapa del estado Sucre. Entre tantos otros lugares apareció un lugar apetecido por la familia desde hacía años.

 

La mejor playa del país, la playa perfecta. Esa que conjuga calidez, con colorido, con comodidad, con de todo lo bueno que pueda existir en el mundo. Era la famosa Playa Medina.

¿A cuanto tiempo estamos de Playa Medina Señor? Preguntamos. La respuesta fue: a unos cuarenta y cinco minutos. Entonces nos miramos las caras y dijimos: mañana arrancamos temprano para allá.

Y así fue. Después de pasar por parajes espectaculares, desayunar deliciosas empanadas en Río Caribe y  visitar una fábrica de delicioso chocolate, llegamos a nuestro destino. Estábamos a casi 570 Km de nuestra casa en Caracas, en el extremo oriental de Venezuela, disfrutando de la maravilla de la que tanto habíamos escuchado antes.

Toda descripción se queda corta. Es larga, de arena suave y dorada, con altos y abundantes cocoteros, de aguas tranquilas y muy relajante. Todo un espectáculo natural.

Viajar por nuestro país, un preciado pasatiempo

 

Así criamos a nuestra hija y, ahora que vive lejos de nosotros, tiende a hacer lo mismo con sus amistades. Cuando puede salir a rodar, lo hace. Siempre sin rumbo fijo. Lo excitante es descubrir cosas nuevas y siempre es muy grato.

Mi esposo y yo, solemos hacerlo, sobre todo, durante los fines de semana. Es impresionante cómo sólo preparamos el equipaje que quepa en un morral y, muy importante, llenamos la cava de hielo, agua y bebidas refrescantes. Con eso somos felices.

Cuando pensamos en comer, siempre encontramos un lugar nuevo, diferente que generalmente nos sorprende con deliciosos manjares. Por supuesto, si visitamos el mismo sitio, tratamos de repetir la comida en los lugares conocidos pero probamos siempre algo distinto.

Nos divertimos muy barato. Siempre ahorrando lo más posible y viajando en nuestro carro. Nada más cómodo de disponer del tiempo y el espacio propio.

Te invito a probar esta manera de disfrutar la vida junto a tu familia y amigos. Verás que la aventura está llena de gratas sorpresas.

¡ATRÉVETE! ¡DISFRUTA! ¡VIVE!

Espero alguna de tus anécdotas con algún comentario.

Cariños!

Emilia

 

 

Categorías: VIVENCIAS

Emilia Montero

Docente de vocación, emprendedora y formadora innata. Siempre de la mano de la actualización, la estrategia parte de ponerse en los zapatos del otro y ser empático. ¡Vamos por más!

1 comentario

Emilia Montero · junio 11, 2018 a las 10:15 pm

Hermoso!

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